Muy buenas a
todos!
Después de más de
una semana en Cebú, el pasado martes llegábamos a Tacloban. Sinceramente, me es
muy difícil decidir por dónde empezar a contaros lo que estoy viendo en esta
ciudad.
La sensación
general es la de estar en una ciudad después de una guerra. Todo destrucción y
presencia de multitud de fuerzas armadas de diversos países en todas sus
modalidades (aviones, helicópteros, camiones de todos los tamaños…). También
todo tipo de oenegés, desde las más conocidas hasta aquellas de las que nunca
has oído hablar.
El viaje en una
vieja y destartalada furgoneta desde el aeropuerto hasta la iglesia del
Perpetuo Socorro nos permitió tener una visión general del estado de la ciudad.
Vayas donde vayas ves destrucción, en mayor o en menor medida, pero siempre
destrucción. Yolanda no hizo distinción, desde las casas más pobres hasta la
catedral, el ayuntamiento o la residencia del obispo.
Lo increíble fue
ver el estado de nuestra iglesia: casi perfecto. Algunas partes del tejado
están levantadas, pero nada en comparación con el resto de iglesias o de casas.
Desde antes del tifón la iglesia se llenó de gente de los barrios situados
prácticamente en la orilla del mar y aún hoy –veinte días después- siguen aquí
más de 160 familias.
Ayer pudimos
darnos una vuelta por el “barrio” más afectado de los que pertenecen a la
parroquia (un total de 22). Y digo “barrio” porque supongo que lo fue, hoy lo
que queda de él es una meseta de vigas de madera, restos de casas, zapatos, ropa,
postes de la luz… todo mojado por las típicas y abundantes lluvias que riegan
esta zona cuando se acerca diciembre. Hasta un álbum de fotos familiar tuvimos
que pisar para poder seguir adelante. Imaginaos la sensación… No hay palabras
en el diccionario para describirlo. Nuestro “tour” liderado por una chica de no
más de 17 años cuya casa permanecía solitaria y casi intacta entre toda esta
mole de restos, finalizó en el Coliseo, un edificio redondo como una plaza de
toros que tuvo el más que dudoso privilegio de ser un centro de evacuación
antes del tifón. La gente acudió en masa y cuando empezó a inundarse por la
lluvia y a destruirse por el fuerte viento, intentó salir igualmente en masa…
Podéis imaginaros el resultado.
Hay una pregunta
que surge al ver el estado de la ciudad: ¿Por dónde empezar?
La diócesis se
está moviendo para intentar coordinar las distintas acciones que se están
empezando a realizar o planificar por distintas oenegés católicas y parroquias,
las grandes organizaciones como UNICEF, Cruz Roja, la ONU, etc. se están
moviendo por su cuenta. Por nuestra parte, Chris de SERVE (www.serve.ie) la ONG
redentorista en Irlanda y yo en nombre de AS (www.asolidaridad.es) la ONG redentorista
en España, estamos movilizando a la comunidad redentorista y a los jóvenes de
la parroquia a que busquen pequeños proyectos de reconstrucción de las casas
parcialmente dañadas en los barrios que componen la parroquia. En dos días ya
han hecho el duro trabajo previo y mañana empezarán a recorrer los barrios en
busca de los beneficiarios de los proyectos.
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En la puerta se puede leer: "Sin techo, sin casa, pero nunca sin esperanza" |
Está claro que, a pesar de toda la destrucción, a pesar de todo el dolor, los filipinos quieren seguir adelante y lo están haciendo lo mejor que saben y que pueden. Es innumerable el número de personas que con una pequeña caja, poco a poco, van limpiando los montones de restos de casas que véis en las fotos. No podemos olvidarnos de Filipinas aunque ya no sea trending topic... Reconstruir una ciudad como Tacloban y las poblaciones de alrededor, va a costar años de mucho esfuerzo. Es admirable la gran esperanza que estoy viendo en las personas que voy encontrando. Toda una lección...
Seguiré dándoos
noticias de cómo estamos trabajando por aquí. El próximo sábado volveré a Cebú,
pero seguramente vuelva más adelante aquí a Tacloban para seguir con los
proyectos.
Gracias de nuevo
a todos por vuestro recuerdo y vuestra oración.
¡Besos y abrazos
a todos!
Carlos A. CSsR
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